El Valle del Jerte es algo más que primavera y flores, habiendo otras buenas fechas para disfrutar de su belleza, como la estación otoñal y el verano. En cualquier caso, para descubrirlo hay que adentrarse a pie, por las viejas trochas de piedra, en la soledad de los campos. Merece la pena ese pequeño esfuerzo para descubrir las mil y una perspectivas de este valle de accidentada orografía, que los antiguos bautizaron como “Valle del Gozo”.
La Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos, las gargantas de San Martín (Tornavacas), la Nogaleas (Navaconcejo), el Bonal (Piornal- Valdastillas) o los Papúos (Jerte) son puros espacios de contemplación. Si se le busca el alma por ahí, ya no se irá jamás de nuestra memoria.
Las numerosas piscinas naturales existentes en el río Jerte nos invitan, de igual modo a pararnos, a refrescarnos y a disfrutar del baño en la transparencia de sus aguas cristalinas.
El “Valle Cereza” es otro nombre para identificar a esta fértil comarca natural. ¿Quien no conoce las cerezas del Valle del Jerte? afamadas por su alta calidad, especialmente la “Picota”, reina de las cerezas, amparada por la Denominación de Origen “Cereza del Jerte”.
Cabezuela del Valle
Cabezuela del Valle
El norte de Extremadura es una sucesión de comarcas accidentadas con un rico sistema fluvial de gargantas y ríos, en las que predomina el verdor escalonado, desde las altas cumbres nevadas hasta las vegas y los valles fluviales. Con todos los matices intermedios, las comarcas naturales del norte de Extremadura participan de elementos de marcada identidad paisajística en el contexto extremeño, constituyendo una referencia que trasciende nuestro propio ámbito regional. Este paisaje tan bello y mutable, además de ser un bien común, tiene un elevado sentido integrador en la definición y sentimiento del norte de Extremadura.
Un paisaje donde a los elementos naturales se suma un patrimonio histórico excepcional y la memoria cultural de la acción humana y sus testimonios: desde el petroglifo a la vereda empedrada, de las elaboradas terrazas a las sabias acequias y el primor de los huertos. Un paisaje que por naturaleza es dinámico y cambiante.
El clima suave, la riqueza y fertilidad de una vegetación atlántica y mediterránea, la pureza del aire y su luz maravillosa, convierten este paisaje en uno de los más bellos, variados y profundos del territorio peninsular.
Jarandilla de la Vera
Hervás
Villarreal de San Carlos